Hace un par de dias que habreis visto una ventana negra a la derecha al abrir el blog que está llena de números. Son los dias, horas, minutos que me quedan para la prueba que más he deseado en los últimos años. El triatlón de larga distancia. Ese dia deberé nadar 3.8 kilómetros, pedalear 180 y correr los 42,195 de una maratón en menos de 15 horas. En total 225,995 kilómetros contra 225 corredores más pero sobre todo contra mí mismo, contra el deseo de dejar de sufrir y parar.
Este reto de superación entró en mi vida cuando empezaba a levantarme después de la más negra etapa de mi existencia, aquella en la que te sientes al borde de un oscuro pozo y que vas a caer sin remedio.
Ésta prueba pasó a simbolizar el camino a seguir, volver a templar la voluntad y la perseverancia a base de esfuerzo, lejos del camino fácil.
Hoy los retos menores se suman uno tras otro en mi memoria como cicatrices de batallas ganadas que uno mira con orgullo y alegría. Y en el avance imparable, con las fuerzas renovadas, hacia ésta manera de vivir y ver la vida llevo conmigo a mi mujer y a mis hijos, a mi trabajo y a mis amigos y a mi familia que siempre ha estado ahí.
Por lo duro que me va a resultar llevar todo y entrenar es por lo que os hago partícipes de mi aventura, para que me animéis si veis que flaqueo, para que me perdoneis si os doy la paliza con la prueba y para que el 15 de mayo próximo celebremos juntos esa pequeña victoria de acabar la prueba , ser "finisher" y seguir en el buen camino.
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